lunes, 28 de mayo de 2012

Salmo 50

SALMO 50 (49)

El Señor juzga a su pueblo

50:1 Salmo de Asaf.
El Señor, Juez de su Pueblo
El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar a la tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso.
50:2 El Señor resplandece desde Sión,
que es el dechado de toda hermosura:
50:3 ya viene nuestro Dios, y no callará;
un fuego devorador lo precede,
la tempestad ruge a su alrededor.
50:4 Él llama desde lo alto al cielo y a la tierra,
para entablar un juicio contra su pueblo:
50:5 "Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio".
50:6 ¡Que el cielo proclame su justicia,
porque el Señor es el único Juez! Pausa

Ineficacia del culto puramente exterior

50:7 "Escucha, pueblo mío, yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti:
yo soy el Señor, tu Dios.
50:8 No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!
50:9 Pero yo no necesito los novillos de tu casa
ni los cabritos de tus corrales.
50:10 Porque son mías todas las fieras de la selva,
y también el ganado de las montañas más altas.
50:11 Yo conozco los pájaros de los montes
y tengo ante mí todos los animales del campo.
50:12 Si tuviera hambre, no te lo diría,
porque es mío el mundo y todo lo que hay en él.
50:13 ¿Acaso voy a comer la carne de los toros
o a beber la sangre de los cabritos?
50:14 Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo;
50:15 invócame en los momentos de peligro:
yo te libraré, y tú me glorificarás". 

El motivo de la acusación divina

50:16 Dios dice al malvado:
"¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos
y a mencionar mi alianza con tu boca,
50:17 tú, que aborreces toda enseñanza
y te despreocupas de mis palabras?
50:18 Si ves a un ladrón, tratas de emularlo;
haces causa común con los adúlteros;
50:19 hablas mal sin ningún reparo
y tramas engaños con tu lengua;
50:20 te sientas a conversar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu propia madre.
50:21 Haces esto, ¿y yo me voy a callar?
¿Piensas acaso que soy como tú?
Te acusaré y te argüiré cara a cara.
50:22 Entiendan bien esto, los que olvidan a Dios,
no sea que yo los destruya sin remedio.
50:23 El que ofrece sacrificios de alabanza,
me honra de verdad;
y al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios".

domingo, 27 de mayo de 2012

VEN ESPÍRITU DIVINO

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.


Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.


José Luis Blanco Vega

viernes, 25 de mayo de 2012

LLAMA DE AMOR VIVA


¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!;
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro. 

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga;
matando, muerte en vida la has trocado. 

¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores,
calor y luz dan junto a su Querido! 

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!


San Juan de la Cruz

lunes, 21 de mayo de 2012

Salmo 49

SALMO 49 (48)

El hombre no perdura en el lujo

49:1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.
49:2 Oigan esto, todos los pueblos;
escuchen, todos los habitantes del mundo:
49:3 tanto los humildes como los poderosos,
el rico lo mismo que el pobre.
49:4 Mi boca hablará sabiamente,
mis reflexiones serán muy sensatas.
49:5 Voy a inspirarme para componer un proverbio,
revelaré mi enigma al son de la cítara.
49:6 ¿Por qué voy a temer
en los momentos de peligro,
cuando me rodea la maldad de mis opresores,
49:7 de esos que confían en sus riquezas
y se jactan de su gran fortuna?
49:8 No, nadie puede rescatarse a sí mismo
ni pagar a Dios el precio de su liberación,
49:10 para poder seguir viviendo eternamente
sin llegar a ver el sepulcro:
49:9 el precio de su rescate es demasiado caro,
y todos desaparecerán para siempre.
49:11 Cualquiera ve que mueren los sabios;
necios e ignorantes perecen por igual,
y dejan a otros sus riquezas:
49:12 la tumba es su residencia perpetua,
su morada por los siglos de los siglos,
por más que hayan poseído muchas tierras.
49:13 Ningún hombre permanece en la opulencia,
sino que muere lo mismo que los animales:
49:14 este es el destino de los que tienen riquezas,
y el final de la gente insaciable. Pausa
49:15 Serán puestos como ovejas en el Abismo,
la Muerte será su pastor;
bajarán derecho a la tumba,
su figura se desvanecerá
y el Abismo será su mansión.
49:16 Pero Dios rescatará mi vida,
me sacará de las garras del Abismo. Pausa
49:17 No te preocupes cuando un hombre
se enriquece
o aumenta el esplendor de su casa:
49:18 cuando muera, no podrá llevarse nada,
su esplendor no bajará con él.
49:19 Aunque en vida se congratulaba, diciendo:
"Te alabarán porque lo pasas bien",
49:20 igual irá a reunirse con sus antepasados,
con esos que nunca verán la luz.
49:21 El hombre rico no reflexiona,
y muere lo mismo que los animales.

viernes, 18 de mayo de 2012

HERMOSURA

HERMOSURA

¡Aguas dormidas,
Verdura densa.
Piedras de oro,
Cielo de plata!

Del agua surge la verdura densa;
De la verdura.
Como espigas gigantes, las torres
Que en el cielo burilan
En plata su oro.
Son cuatro fajas:
La del río, sobre ella la alameda.
La ciudadana torre
Y el cielo en que reposa.
Y todo descansando sobre el agua,
Fluido cimiento,
Agua de siglos,
Espejo de hermosura.
La ciudad en el cielo pintada
Con luz inmoble;
Inmoble se halla todo,
El agua inmoble,
Inmóviles los álamos,
Quietas las torres en el cielo quieto.
Y es todo el mundo;
Detrás no hay nada.
Con la ciudad enfrente me hallo solo
Y Dios entero
 
Respira entre ella y yo toda su gloria.
A la gloria de Dios se alzan las torres
A su gloria los álamos,
A su gloria los cielos,
Y las aguas descansan a su gloria
El tiempo se recoge;
Desarrolla lo eterno sus entrañas;
Se lavan los cuidados y congojas
En las aguas inmobles,
En los inmobles álamos.
En las torres pintadas en el cielo.
Mar de altos mundos.
El reposo reposa en la hermosura
Del corazón de Dios que así nos abre
Tesoros de su gloria.
Nada deseo,
Mi voluntad descansa,
Mi voluntad reclina
De Dios en el regazo su cabeza
Y duerme y sueña...
Sueña en descanso
Toda aquesta visión de alta hermosura.
¡Hermosura! ¡Hermosura!
Descanso de las almas doloridas,
Enfermas de querer sin esperanza.
¡Santa hermosura.
Solución del enigma!
Tú matarás la Esfinge,
Tú reposas en ti sin más cimiento;
Gloria de Dios, te bastas.
¿Qué quieren esas torres?
Ese cielo ¿qué quiere?
¿Qué la verdura?
Y qué las aguas?
Nada, no quieren:
Su voluntad murióse;
Descansan en el seno
De la hermosura eterna;
Son palabras de Dios, limpias de todo
Querer humano.
Son la oración de Dios, que se regala
Cantándose a sí mismo,
Y así mata las penas.
................................
La noche cae, despierto,
Me vuelve la congoja.
La espléndida visión se ha derretido,
Vuelvo a ser hombre.
Y ahora dime,
Señor, dime al oído:
¿Tanta hermosura
Matará nuestra muerte?


Miguel de Unamuno

lunes, 14 de mayo de 2012

Salmo 48

SALMO 48 (47)

Grande es el Señor en Sión

48:1 Canto. Salmo de los hijos de Coré. 

El Señor, baluarte de Sión

48:2 El Señor es grande y digno de alabanza,
en la Ciudad de nuestro Dios.
48:3 Su santa Montaña, la altura más hermosa,
es la alegría de toda la tierra.
La Montaña de Sión, la Morada de Dios,
es la Ciudad del gran Rey:
48:4 el Señor se manifestó como un baluarte
en medio de sus palacios. 

La victoria del Señor en Sión

48:5 Porque los reyes se aliaron
y avanzaron unidos contra ella;
48:6 pero apenas la vieron quedaron pasmados
y huyeron despavoridos.
48:7 Allí se apoderó de ellos el terror
y dolores como los del parto,
48:8 como cuando el viento del desierto
destroza las naves de Tarsis. 

Reconocimiento de la victoria del Señor

48:9 Hemos visto lo que habíamos oído
en la Ciudad de nuestro Dios,
en la Ciudad del Señor de los ejércitos,
que él afianzó para siempre.
48:10 Nosotros evocamos tu misericordia
en medio de tu Templo, Señor.
48:11 Tu alabanza, lo mismo que tu renombre,
llega hasta los confines de la tierra.
Tu derecha está llena de justicia:
48:12 se alegra la Montaña de Sión;
las ciudades de Judá se regocijan
a causa de tus juicios. 

Exhortación a los peregrinos de Sión

48:13 Den una vuelta alrededor de Sión
y cuenten sus torreones;
48:14 observen sus baluartes y miren sus palacios,
para que puedan decir a la próxima generación:
48:15 "Así es el Señor, nuestro Dios".
Él nos guiará eternamente.

San Agustín: Comentarios al Salmo 48 (47)

Las palabras que hemos cantado expresan nuestra convicción de que somos rebaño de Dios: Él es nuestro Dios, creador nuestro. Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebano que él guía. Los pastores humanos tienen unas ovejas que no han hecho ellos, apacientan un rebaño que no han creado ellos. En cambio, nuestro Dios y Señor, porque es Dios y creador, se hizo él mismo las ovejas que tiene y apacienta. No fue otro quien las creó y él las apacienta, ni es otro quien apacienta las que el creo.

Por tanto, ya que hemos reconocido en este cántico que somos sus ovejas, su pueblo y el rebaño que él guía, oigamos qué es lo que nos dice a nosotros, sus ovejas. Antes hablaba a los pastores, ahora a las ovejas. Por eso, nosotros lo escuchábamos, antes, con temor, vosotros, en cambio, seguros.

Cómo lo escucharemos en estas palabras de hoy. ¿Quizá al revés, nosotros seguros y vosotros con temor? No, ciertamente. En primer lugar porque, aunque somos pastores, el pastor no sólo escucha con temor lo que se dice a los pastores, sino también lo que se dice a las ovejas. Si escucha seguro lo que se dice a las ovejas, es porque no se preocupa por las ovejas. Además, ya os dijimos entonces que en nosotros hay que considerar dos cosas: una, que somos cristianos; otra, que somos guardianes. Nuestra condición de guardianes nos coloca entre los pastores, con tal de que seamos buenos. Por nuestra condición de cristianos, somos ovejas igual que vosotros. Por lo cual, tanto si el Señor habla a los pastores como si habla a las ovejas, tenemos que escuchar siempre con temor y con ánimo atento.

Oigamos, pues, hermanos, en qué reprende el Señor a las ovejas descarriadas y qué es lo que promete a sus ovejas. Y vosotros –dice–, sois mis ovejas. En primer lugar, si consideramos, hermanos, qué gran felicidad es ser rebaño de Dios, experimentaremos una gran alegría, aun en medio de estas lágrimas y tribulaciones. Del mismo de quien se dice: Pastor de Israel, se dice también: No duerme ni reposa el guardián de Israel. Él vela, pues, sobre nosotros, tanto si estamos despiertos como dormidos. Por esto, si un rebaño humano está seguro bajo la vigilancia de un pastor humano, cuán grande no ha de ser nuestra seguridad, teniendo a Dios por pastor, no sólo porque nos apacienta, sino también porque es nuestro creador.

Y a vosotras –dice–, mis ovejas, así dice el Señor Dios: «Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío». ¿A qué vienen aquí los machos cabríos en el rebaño de Dios? En los mismos pastos, en las mismas fuentes, andan mezclados los machos cabríos, destinados a la izquierda, con las ovejas, destinadas a la derecha, y son tolerados los que luego serán separados. Con ello se ejercita la paciencia de las ovejas, a imitación de la paciencia de Dios. Él es quien separará después, unos a la izquierda, otros a la derecha.



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Lo que habíamos oído lo hemos visto. ¡Oh bienaventurada Iglesia! En un tiempo oíste, en otro viste. Oíste en el tiempo de las promesas, viste en el tiempo de su realización; oíste en el tiempo de las profecías, viste en el tiempo del Evangelio. En efecto, todo lo que ahora se cumple había sido antes profetizado. Levanta, pues, tus ojos y esparce tu mirada por todo el mundo; contempla la heredad del Señor difundida ya hasta los confines del orbe; ve cómo se ha cumplido ya aquella predicción: Que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. Y aquella otra: Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Mira a aquel cuyas manos y pies fueron traspasados por los clavos, cuyos huesos pudieron contarse cuando pendía en la cruz, cuyas vestiduras fueron sorteadas; mira cómo reina ahora el mismo que ellos vieron pendiente de la cruz. Ve cómo se cumplen aquellas palabras: Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia de postrarán las familias de los pueblos. Y, viendo esto, exclama lleno de gozo: Lo que habíamos oído lo hemos visto.

Con razón se aplican a la Iglesia llamada de entre los gentiles las palabras del salmo: Escucha, hija, mira: olvida tu pueblo y la casa paterna. Escucha y mira: primero escuchas lo que no ves, luego verás lo que escuchaste. Un pueblo extraño –dice otro salmo– fue mi vasallo; me escuchaban y me obedecían. Si obedecían porque escuchaban es señal de que no veían. ¿Y cómo hay que entender aquellas palabras: Verán algo que no les ha sido anunciado y entenderán sin haber oído? Aquellos a los que no habían sido enviados los profetas, los que anteriormente no pudieron oírlos, luego, cuando los oyeron, los entendieron y se llenaron de admiración. Aquellos otros, en cambio, a los que habían sido enviados, aunque tenían sus palabras por escrito, se quedaron en ayunas de su significado y, aunque tenían las tablas de la ley, no poseyeron la heredad. Pero nosotros, lo que habíamos oído lo hemos visto.

En la ciudad del Señor de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios. Aquí es donde hemos oído y visto. Dios la ha fundado para siempre. No se engrían los que dicen: El Mesías está aquí o está allí. El que dice: Está aquí o está allí induce a división. Dios ha prometido la unidad: los reyes se alían, no se dividen en facciones. Y esta ciudad, centro de unión del mundo, no puede en modo alguno ser destruida: Dios la ha fundado para siempre. Por tanto, si Dios la ha fundado para siempre, no hay temor de que cedan sus cimientos. 



San Agustín de Hipona

viernes, 11 de mayo de 2012

A SAN ANDRÉS

Si el padecer con amor
puede dar tan gran deleite,
¡qué gozo nos dará el verte!

¿Qué será cuando veamos
a la inmensa y suma luz,
pues de ver Andrés la cruz
se pudo tanto alegrar?
¡Oh, que no puede faltar
en el padecer deleite!
¡Qué gozo nos dará el verte!

El amor cuando es crecido
no puede estar sin obrar,
ni el fuerte sin pelear,
por amor de su querido.
Con esto le habrá vencido,
y querrá que en todo acierte.
¡Qué gozo nos dará el verte!

Pues todos temen la muerte,
¿cómo te es dulce el morir?
¡Oh, que voy para vivir
en más encumbrada suerte!
¡Oh mi Dios, que con tu muerte
al más flaco hiciste fuerte!
¡Qué gozo nos dará el verte!

¡Oh cruz, madero precioso,
lleno de gran majestad!
Pues siendo de despreciar,
tomaste a Dios por esposo,
a ti vengo muy gozoso,
sin merecer el quererte.
Esme muy gran gozo el verte.


Santa Teresa de Jesús

lunes, 7 de mayo de 2012

Salmo 47

SALMO 47 (46)

Dios reina sobre las naciones

47:1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.
47:2 Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
47:3 porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.
47:4 Él puso a los pueblos bajo nuestro yugo,
y a las naciones bajo nuestros pies;
47:5 él eligió para nosotros una herencia,
que es el orgullo de Jacob, su predilecto. Pausa
47:6 El Señor asciende entre aclamaciones,
asciende al sonido de trompetas.
47:7 Canten, canten a nuestro Dios, canten,
canten a nuestro Rey:
47:8 el Señor es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.
47:9 El Señor reina sobre las naciones
el Señor se sienta en su trono sagrado.
47:10 Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham:
del Señor son los poderosos de la tierra,
y él se ha elevado inmensamente.

viernes, 4 de mayo de 2012

EN LA CRUZ ESTÁ LA VIDA

En la cruz está la vida
y el consuelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.

En la cruz está "el Señor
de cielo y tierra",
y el gozar de mucha paz,
aunque haya guerra.
Todos los males destierra
en este suelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.

De la cruz dice la Esposa
a su Querido
que es una "palma preciosa"
donde ha subido,
y su fruto le ha sabido
a Dios del cielo,
y ella sola es el camino
para el cielo.

Es una "oliva preciosa"
la santa cruz
que con su aceite nos unta
y nos da luz.
Alma mía, toma la cruz
con gran consuelo,
que ella sola es el camino
para el cielo.

Es la cruz el "árbol verde
y deseado"
de la Esposa, que a su sombra
se ha sentado
para gozar de su Amado,
el Rey del cielo,
y ella sola es el camino
para el cielo.

El alma que a Dios está
toda rendida,
y muy de veras del mundo
desasida,
la cruz le es "árbol de vida"
y de consuelo,
y un camino deleitoso
para el cielo.

Después que se puso en cruz
el Salvador,
en la cruz está "la gloria
y el honor",
y en el padecer dolor
vida y consuelo,
y el camino más seguro
para el cielo.


Santa Teresa de Jesús