lunes, 29 de julio de 2013

Salmo 111

SALMO 111 (110)

Grandes son las obras del Señor

111:1 ¡Aleluya!
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en la reunión y en la asamblea de los justos.
111:2 Grandes son las obras del Señor:
los que las aman desean comprenderlas.
111:3 Su obra es esplendor y majestad,
su justicia permanece para siempre.
111:4 Él hizo portentos memorables,
el Señor es bondadoso y compasivo.
111:5 Proveyó de alimento a sus fieles
y se acuerda eternamente de su alianza.
111:6 Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
dándole la herencia de las naciones.
111:7 Las obras de sus manos son verdad y justicia;
todos sus preceptos son indefectibles:
111:8 están afianzados para siempre
y establecidos con lealtad y rectitud.
111:9 Él envió la redención a su pueblo,
promulgó su alianza para siempre:
su Nombre es santo y temible.
111:10 El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría:
son prudentes los que lo practican.
¡El Señor es digno de alabanza eternamente!

lunes, 22 de julio de 2013

Salmo 110

SALMO 110 (109)

Siéntate a mi derecha

110:1 De David. Salmo. 

La realeza del Mesías

Dijo el Señor a mi Señor:
"Siéntate a mi derecha,
mientras yo pongo a tus enemigos
como estrado de tus pies".
110:2 El Señor extenderá el poder de tu cetro:
"¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos!"
110:3 "Tú eres príncipe desde tu nacimiento,
con esplendor de santidad;
yo mismo te engendré como rocío,
desde el seno de la aurora".

El sacerdocio del Mesías

110:4 El Señor lo ha jurado y no se retractará:
"Tú eres sacerdote para siempre,
a la manera de Melquisedec". 

Las victorias del Mesías

110:5 A tu derecha, Señor, él derrotará a los reyes,
en el día de su enojo;
110:6 juzgará a las naciones, amontonará cadáveres
y aplastará cabezas por toda la tierra.
110:7 En el camino beberá del torrente,
por eso erguirá su cabeza.

San Agustín: Comentarios al Salmo 110 (109)

Dios estableció el tiempo de sus promesas y el momento de su cumplimiento.

El período de las promesas se extiende desde los profetas hasta Juan Bautista. El del cumplimiento, desde éste hasta el fin de los tiempos.

Fiel es Dios, que se ha constituido en deudor nuestro, no porque haya recibido nada de nosotros, sino por lo mucho que nos ha prometido. La promesa le pareció poco, incluso; por eso, quiso obligarse mediante escritura, haciéndonos, por decirlo así, un documento de sus promesas para que, cuando empezara a cumplir lo que prometió, viésemos en el escrito el orden sucesivo de su cumplimiento. El tiempo profético era, como he dicho muchas veces, el del anuncio de las promesas.

Prometió la salud eterna, la vida bienaventurada en la compañía eterna de los Ángeles, la herencia inmarcesible, la gloria eterna, la dulzura de su rostro, la casa de su santidad en los cielos y la liberación del miedo a la muerte, gracias a la resurrección de los muertos. Esta última es como su promesa final, a la cual se enderezan todos nuestros esfuerzos y que, una vez alcanzada, hará que no deseemos ni busquemos ya cosa alguna. Pero tampoco silenció en qué orden va a suceder todo lo relativo al final, sino que lo ha anunciado y prometido.

Prometió a los hombres la divinidad, a los mortales la inmortalidad, a los pecadores la justificación, a los miserables la glorificación.

Sin embargo, hermanos, como a los hombres les parecía increíble lo prometido por Dios –a saber, que los hombres habían de igualarse a los Ángeles de Dios, saliendo de esta mortalidad, corrupción, bajeza, debilidad, polvo y ceniza-, no sólo entregó la escritura a los hombres para que creyesen, sino que también puso un mediador de su fidelidad. Y no a cualquier príncipe, o a un Ángel o Arcángel, sino a su Hijo único. Por medio de éste había de mostrarnos y ofrecernos el camino por donde nos llevaría al fin prometido.

Poco hubiera sido para Dios haber hecho a su Hijo manifestador del camino. Por eso, le hizo camino, para que, bajo su guía, pudieras caminar por Él.
Debía, pues, ser anunciado el Unigénito Hijo de Dios en todos sus detalles: en que había de venir a los hombres y asumir lo humano, y, por lo asumido, ser hombre, morir y resucitar, subir al cielo, sentarse a la derecha del Padre y cumplir entre las gentes lo que prometió. Y, después del cumplimiento de sus promesas, también cumpliría su anuncio de una segunda venida, para pedir cuentas de sus dones, discernir los vasos de ira de los de misericordia, y dar a los impíos las penas con que amenazó, y a los justos los premios que ofreció.

Todo esto debió ser profetizado, anunciado, encomiado como venidero, para que no asustase si acontecía de repente, sino que fuera esperado porque primero fue creído.


San Agustín de Hipona

lunes, 15 de julio de 2013

Salmo 109

SALMO 109 (108)

Dios es el defensor del necesitado

109:1 Del maestro de coro. De David. Salmo. 

Lamentación del justo en la persecución

Dios de mi alabanza, no te quedes callado,
109:2 porque unos hombres malvados y mentirosos
han abierto su boca contra mí.
Me han hablado con mentira en los labios,
109:3 me han envuelto con palabras de odio,
me combaten sin motivo.
109:4 Me acusan, a cambio de mi amor,
aunque yo oraba por ellos.
109:5 Me devuelven mal por bien
y odio por amor, diciendo: 

Las imprecaciones de sus enemigos

109:6 "Que se ponga contra él a un impío,
y tenga un acusador a su derecha;
109:7 que salga condenado del juicio
y su apelación quede frustrada.
109:8 Que sean pocos sus días
y que otro ocupe su cargo;
109:9 que sus hijos queden huérfanos,
y su mujer, viuda.
109:10 Que sus hijos vayan errantes, pidiendo limosna,
y sean echados de sus casas derruidas;
109:11 que el acreedor se apodere de sus bienes,
y gente extraña le arrebate sus ganancias.
109:12 Que ni uno solo le tenga piedad,
y nadie se compadezca de sus huérfanos;
109:13 que su posteridad sea exterminada,
y en una generación desaparezca su nombre.
109:14 Que el Señor recuerde la culpa de sus padres,
y no borre el pecado de su madre:
109:15 que estén siempre delante del Señor,
y él extirpe su recuerdo de la tierra.
109:16 Porque nunca pensó en practicar la misericordia,
sino que persiguió hasta la muerte
al pobre, al desvalido y al hombre atribulado.
109:17 Amó la maldición: que recaiga sobre él;
no quiso la bendición: que se retire de él.
109:18 Se revistió de la maldición como de un manto:
¡que ella penetre como agua en su interior
y como aceite en sus huesos;
109:19 que sea como un vestido que lo cubra
y como un cinturón que lo ciña para siempre!"

Réplica y súplica del justo perseguido

109:20 Que así retribuya el Señor a mis acusadores,
a aquellos que me calumnian.
109:21 Pero tú, Señor, trátame bien,
por el honor de tu Nombre;
líbrame, por la bondad de tu misericordia.
109:22 Porque yo soy pobre y miserable,
y mi corazón está traspasado;
109:23 me desvanezco como sombra que declina,
soy sacudido como la langosta.
109:24 De tanto ayunar se me doblan las rodillas,
y mi cuerpo está débil y enflaquecido;
109:25 soy para ellos un ser despreciable:
al verme, mueven la cabeza.
109:26 Ayúdame, Señor, Dios mío,
sálvame por tu misericordia,
109:27 para que sepan que aquí está tu mano,
y que tú, Señor, has hecho esto;
109:28 no importa que ellos maldigan,
con tal que tú me bendigas.
Queden confundidos mis adversarios,
mientras tu servidor se llena de alegría:
109:29 que mis acusadores se cubran de oprobio,
y la vergüenza los envuelva como un manto.
109:30 Yo daré gracias al Señor en alta voz,
lo alabaré en medio de la multitud,
109:31 porque él se puso de parte del pobre,
para salvarlo de sus acusadores.

lunes, 8 de julio de 2013

Salmo 108

SALMO 108 (107)

Con Dios realizaremos proezas
(Salmo 57, 1-6) / (Salmo 60, 3-7)

108:1 Canto. Salmo de David. 

Canto de alabanza y súplica confiada

108:2 Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar al son de instrumentos:
¡despierta, alma mía!
108:3 ¡Despierten, arpa y cítara,
para que yo despierte a la aurora!
108:4 Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,
te cantaré entre las naciones,
108:5 porque tu misericordia se eleva hasta el cielo
y tu fidelidad hasta las nubes.
108:6 ¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!
108:7 ¡Sálvanos con tu poder, respóndenos,
para que se pongan a salvo tus predilectos! 

Oráculo divino

108:8 El Señor habló desde su Santuario:
"Yo repartiré triunfalmente a Siquém
y distribuiré el valle de Sucot.
108:9 Mío es Galaad, Manasés me pertenece,
Efraím es mi yelmo, mi cetro es Judá.
108:10 Moab es la vasija donde yo me lavo;
plantaré mis sandalias en Edóm
y cantaré victoria sobre Filistea". 

Reiteración de la súplica

108:11 ¿Quién me llevará hasta la ciudad fortificada,
quién me conducirá hasta Edóm,
108:12 si tú, Señor, nos has rechazado
y ya no sales con nuestro ejército?
108:13 Danos tu ayuda contra el adversario,
porque es inútil el auxilio de los hombres.
108:14 Con Dios alcanzaremos la victoria,
y él aplastará a nuestros enemigos.

lunes, 1 de julio de 2013

Salmo 107

SALMO 107 (106)

Clamaron al Señor y Él los salvó

Invitación

107:1 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!

El retorno de los desterrados

107:2 Que lo digan los redimidos por el Señor,
los que él rescató del poder del enemigo
107:3 y congregó de todas las regiones:
del norte y del sur, del oriente y el occidente;
107:4 los que iban errantes por el desierto solitario,
sin hallar el camino hacia un lugar habitable.
107:5 Estaban hambrientos, tenían sed
y ya les faltaba el aliento;
107:6 pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
107:7 los llevó por el camino recto,
y así llegaron a un lugar habitable.
107:8 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
107:9 porque él sació a los que sufrían sed
y colmó de bienes a los hambrientos. 

La liberación de los cautivos

107:10 Estaban en tinieblas, entre sombras de muerte,
encadenados y en la miseria,
107:11 por haber desafiado las órdenes de Dios
y despreciado el designio del Altísimo.
107:12 Él los había agobiado con sufrimientos,
sucumbían, y nadie los ayudaba;
107:13 pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
107:14 los sacó de las tinieblas y las sombras,
e hizo pedazos sus cadenas.
107:15 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
107:16 porque él destrozó las puertas de bronce
y quebró los cerrojos de hierro. 

La curación de los enfermos

107:17 Estaban debilitados y oprimidos,
a causa de sus rebeldías y sus culpas;
107:18 la comida les daba náuseas,
y ya tocaban las puertas de la muerte.
107:19 Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
107:20 envió su palabra y los sanó,
salvó sus vidas del sepulcro.
107:21 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres:
107:22 ofrézcanle sacrificios de acción de gracias
y proclamen con júbilo sus obras. 

La salvación de los navegantes en peligro

107:23 Los que viajaron en barco por el mar,
para traficar por las aguas inmensas,
107:24 contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo.
107:25 Con su palabra desató un vendaval,
que encrespaba las olas del océano:
107:26 ellos subían hasta el cielo, bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo,
107:27 se tambaleaban dando tumbos como ebrios,
y su pericia no les valía de nada.
107:28 Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
107:29 cambió el huracán en una brisa suave
y se aplacaron las olas del mar;
107:30 entonces se alegraron de aquella calma,
y el Señor los condujo al puerto deseado.
107:31 Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres:
107:32 aclámenlo en la asamblea del pueblo,
alábenlo en el consejo de los ancianos. 

Epílogo hímnico

107:33 Él hizo de los ríos un desierto
y de los oasis, una tierra estéril;
107:34 transformó el suelo fértil en una salina,
por la maldad de sus habitantes.
107:35 Convirtió el desierto en un lago,
y la tierra reseca en un oasis:
107:36 allí puso a los hambrientos,
y ellos fundaron una ciudad habitable.
107:37 Sembraron campos y plantaron viñas,
que produjeron frutos en las cosechas;
107:38 él los bendijo y se multiplicaron,
y no dejó que les faltara el ganado.
107:39 Cuando eran pocos, y estaban abatidos
por el peso de la desgracia y la aflicción,
107:40 el que cubre de vergüenza a los príncipes
y los extravía por un desierto sin huellas,
107:41 levantó a los pobres de la miseria
y multiplicó sus familias como rebaños.
107:42 Que los justos lo vean y se alegren,
y enmudezcan todos los malvados.
107:43 El que es sabio, que retenga estas cosas
y comprenda la misericordia del Señor.