viernes, 28 de septiembre de 2012

"Via, veritas et vita"


Ver en todas las cosas
del Espíritu incógnito las huellas;
contemplar
sin cesar,
en las diáfanas noche misteriosas,
la santa desnudez de las estrellas...
¡Esperar!
¡Esperar!
¿Qué? ¡Quién sabe! Tal vez una futura
y no soñada paz... Sereno y fuerte,
correr esa aventura
sublime y portentosa de la muerte.

Mientras, amarlo todo... y no amar nada,
sonreír cuando hay sol y cuando hay brumas;
cuidar de que en el áspera jornada
no se atrofien las alas, ni oleada
de cieno vil ensucie nuestras plumas.

Alma: tal es la orientación mejor,
tal es el instintivo derrotero
que nos muestra un lucero
interior.

Aunque nada sepamos del destino,
la noche a no temerlo nos convida.
Su alfabeto de luz, claro y divino,
nos dice: «Ven a mí: soy el Camino,
la Verdad y la Vida.»



Amado Nervo

lunes, 24 de septiembre de 2012

Salmo 67

SALMO 67 (66)

¡Oh Dios, que te den gracias los pueblos!

67:1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. Canto.
67:2 El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros, Pausa
67:3 para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.
67:4 ¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!
67:5 Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra. Pausa
67:6 ¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!
67:7 La tierra ha dado su fruto:
el Señor, nuestro Dios, nos bendice.
67:8 Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Si una espina me hiere...

 Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
...¡pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad
envidiosa en mi clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro
ambiente de amor y caridad.

¿Rencores? ¡De qué sirven! ¿Qué logran los rencores?
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores:
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,

se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
¡será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, trocado en flor de paz!



Amado Nervo

lunes, 17 de septiembre de 2012

Salmo 66

SALMO 66 (65)

¡Oh Dios, qué admirables son tus obras!

66:1 Del maestro de coro. Canto. Salmo. 

Invitación a la alabanza

¡Aclame al Señor toda la tierra!
66:2 ¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
66:3 digan al Señor: "¡Qué admirables son tus obras!"
Por la inmensidad de tu poder,
tus enemigos te rinden pleitesía;
66:4 toda la tierra se postra ante ti,
y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.
Pausa
66:5 Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres:
66:6 él convirtió el Mar en tierra firme,
a pie atravesaron el Río.
Por eso, alegrémonos en él,
66:7 que gobierna eternamente con su fuerza;
sus ojos vigilan a las naciones,
y los rebeldes no pueden sublevarse. Pausa
66:8 Bendigan, pueblos, a nuestro Dios,
hagan oír bien alto su alabanza:
66:9 él nos concedió la vida
y no dejó que vacilaran nuestros pies.
66:10 Porque tú nos probaste, Señor,
nos purificaste como se purifica la plata;
66:11 nos hiciste caer en una red,
cargaste un fardo sobre nuestras espaldas.
66:12 Dejaste que cabalgaran sobre nuestras cabezas,
pasamos por el fuego y por el agua,
¡hasta que al fin nos diste un respiro! 

Liturgia de acción de gracias

66:13 Yo vengo a tu Casa a ofrecerte holocaustos,
para cumplir los votos que te hice:
66:14 los votos que pronunciaron mis labios
y que mi boca prometió en el peligro.
66:15 Te ofreceré en holocausto animales cebados,
junto con el humo de carneros;
te sacrificaré bueyes y cabras. Pausa
66:16 Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí:
66:17 apenas mi boca clamó hacia él,
mi lengua comenzó a alabarlo.
66:18 Si hubiera tenido malas intenciones,
el Señor no me habría escuchado;
66:19 pero Dios me escuchó
y atendió al clamor de mi plegaria.
66:20 Bendito sea Dios,
que no rechazó mi oración
ni apartó de mí su misericordia.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Viejo estribillo

 El exodo y las flores del camino

 ¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
—Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

¿Quién gritando mi nombre la morada recorre?
¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento?
—Es un soplo de viento que solloza en la torre,
es un soplo de viento...

Dí, ¿quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan
en el fuego divino de la tarde y que subes
por la gloria del éter? —Son las nubes que pasan;
mira bien, son las nubes...

¿Quién regó sus collares en el agua, Dios mío?
Lluvia son de diamantes en azul terciopelo...
—Es la imagen del cielo que palpita en el río,
es la imagen del cielo...

¡Oh Señor! La belleza sólo es, pues, espejismo;
nada más Tú eres cierto: ¡se Tú mi Dueño!
¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?
—Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo,
un poquito de ensueño...



Amado Nervo

lunes, 10 de septiembre de 2012

Salmo 65

SALMO 65 (64)

Oh Dios, tú mereces que te alaben en Sión

65:1 Del maestro de coro. De David. Canto. 

Reconocimiento de la bondad de Dios

65:2 A ti, Señor, te corresponde
un canto de alabanza en Sión,
y todos tienen que cumplir sus votos,
65:3 porque tú escuchas las plegarias.
A ti acuden todos los hombres
65:4 bajo el peso de sus culpas:
nuestras faltas nos abruman,
pero tú las perdonas.
65:5 Feliz el que tú eliges y atraes
para que viva en tus atrios:
¡que nos saciemos con los bienes de tu Casa,
con los dones sagrados de tu Templo! 

La obra de Dios en la Creación

65:6 Por tu justicia, Dios, salvador nuestro,
nos respondes con obras admirables:
tú eres la esperanza de los confines de la tierra
y de las islas más remotas.
65:7 Tú afianzas las montañas con tu poder,
revestido de fortaleza;
65:8 acallas el rugido de los mares,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
65:9 Los que habitan en las tierras más lejanas
temen tus obras prodigiosas;
tú haces que canten de alegría
el oriente y el occidente. 

La fertilidad de la tierra

65:10 Visitas la tierra, la haces fértil
y la colmas de riquezas;
los canales de Dios desbordan de agua,
y así preparas sus trigales:
65:11 riegas los surcos de la tierra,
emparejas sus terrones;
la ablandas con aguaceros
y bendices sus brotes.
65:12 Tú coronas el año con tus bienes,
y a tu paso rebosa la abundancia;
65:13 rebosan los pastos del desierto
y las colinas se ciñen de alegría.
65:14 Las praderas se cubren de rebaños
y los valles se revisten de trigo:
todos ellos aclaman y cantan.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Réquiem

 ¡Oh Señor!, Dios de los ejércitos,
eterno Padre, eterno Rey,
por este mundo que creaste
con la virtud de tu poder;
porque dijiste: la luz sea,
y a tu palabra la luz fue;
porque coexistes con el Verbo,
porque contigo el Verbo es
desde los siglos de los siglos
y sin mañana y sin ayer,
¡requiem aeternam dona eis, Domine,
et lux perpetua luceat eis!


Oh Jesucristo, por el frío
de tu pesebre de Belem,
por tus angustias en el Huerto,
por el vinagre y por la hiel,
por las espinas y las varas
con que tus carnes desgarré,
y por la cruz en que borraste
todas las culpas de Israel;
Hijo del Hombre, desolado,
trágico Dios, tremendo Juez:
¡requiem aeternam dona eis, Domine,
et lux perpetua luceat eis!


Divino Espíritu, Paráclito,
aspiración del gran Iavéh,
que unes al Padre con el Hijo,
y siendo El Uno sois los Tres;
por la paloma de alas níveas,
por la inviolada doncellez
de aquella Virgen que en su vientre
llevó al Mesías Emmanuel;
por las ardientes lenguas rojas
con que inspiraste ciencia y fe
a los discípulos amados
de Jesucristo, nuestro bien:
¡requiem aeternam dona eis, Domine,
et lux perpetua luceat eis!



Amado Nervo

lunes, 3 de septiembre de 2012

Salmo 64

SALMO 64 (63)

Señor, protege mi vida del enemigo

64:1 Del maestro de coro. Salmo de David.
64:2 Dios mío, escucha la voz de mi lamento,
protégeme del enemigo temible.
64:3 Apártame de la conjuración de los malvados,
de la agitación de los que hacen el mal.
64:4 Ellos afilan su lengua como una espada
y apuntan como flechas sus palabras venenosas,
64:5 para disparar a escondidas contra el inocente,
tirando de sorpresa y sin ningún temor.
64:6 Se obstinan en sus malos propósitos
y esconden sus trampas con astucia,
pensando: "¿Quién podrá verlo?"
64:7 Proyectan maldades y disimulan sus proyectos:
su interior es un abismo impenetrable.
64:8 Pero Dios los acribilla a flechazos
y quedan heridos de improviso;
64:9 su misma lengua los lleva a la ruina,
y aquellos que los ven mueven la cabeza.
64:10 Por eso, todos los hombres sentirán temor:
proclamarán esta obra de Dios
y reconocerán lo que él hizo.
64:11 El justo se alegrará en el Señor
y encontrará un refugio en él;
y se gloriarán todos los rectos de corazón.